viernes, 15 de julio de 2011

Crecen los fideicomisos en Mendoza

Nota Diario Los Andes- Sección Economía. 10 de julio del 2011

Cada vez resulta más complejo decidir cómo invertir el dinero. Entre la inflación y las elecciones, no es fácil encontrar el mix que combine tranquilidad y rendimiento.

Sin embargo, una herramienta de inversión que está brillando con luz propia en el mercado mendocino es la de los fideicomisos. La gran mayoría están aglutinados en el sector inmobiliario y agrícola y los expertos afirman que cada vez son más elegidos en nuestra provincia como una inversión a largo plazo.

Tal es el caso del proyecto olivícola Alma Cuyana, el emprendimiento vitícola Espaldares de los Andes y el proyecto inmobiliario de la mutual del Colegio Farmacéutico de Mendoza.

También la geografía mendocina cobija fideicomisos de peso propio. Inmobiliaria Presidente, de Mario Groisman, surgió, se desarrolló y creció bajo la forma de fideicomisos. Con menos años, la fachada de Potrerillos está cambiando de la mano de un fideicomiso bautizado Vistacalma, un country de alto nivel con un concepto temático y con un lago artificial propio.

El mundo del vino también constituye un imán para atraer proyectos bajo forma de fideicomisos. Así están surgiendo con fuerza Finca Propia y el proyecto Los Arbolitos, liderado por el presidente de la Asociación Argentina de Sommeliers, Andrés Rosberg, y un grupo de inversores argentinos y extranjeros.

Los otros fideicomisos que captan la atención de los inversores son los financieros. Si bien en Mendoza no son muy usados.

En Argentina el Código Civil incluyó el fideicomiso, pero nunca se usó hasta el año 1995, cuando se dictó la Ley 24.441 de fideicomiso y así comenzaron los primeros emprendimientos inmobiliarios.

Qué es un fideicomiso

Pero, ¿en qué consiste básicamente un fideicomiso? En concreto se materializa cuando existe una persona titular de un bien determinado, llamada fiduciante, quien transmite su propiedad a una tercera persona, fiduciario, para que éste lo administre tendiente al cumplimiento de la finalidad pactada en el contrato, y durante la vida del fideicomiso o al momento de su extinción transmita al o los beneficiarios designados los beneficios provenientes de la administración de dicho bien.

Al momento de la creación del fideicomiso, ninguna de las partes es propietaria del bien objeto del fideicomiso. Esta herramienta es, por tanto, un contrato por el cual una persona destina ciertos bienes a un fin lícito determinado, encomendando la realización de ese fin a una institución fiduciaria.

Beneficios

Sus ventajas son numerosas. Según la economista Silvina Giordano, la principal característica es que los bienes de un fideicomiso conforman un patrimonio separado, distinto al patrimonio propio del titular y del fiduciario, por lo que los bienes no pueden ser agredidos ni por los acreedores personales del fiduciario ni del fiduciante, salvo supuesto de fraude.

“Los bienes afectados por las partes al cumplimiento de una finalidad determinada están protegidos bajo una especie de campana de cristal, de modo que existen mayores probabilidades de que se concrete el fin querido”, remarcó Giordano.

Armando Morón, del estudio GS y Asociados, agregó que las propiedades englobadas en un fideicomiso están condicionadas tanto en el destino, en los usos y en el tiempo. “Un fideicomiso de cualquier tipo, tiene una vida útil de hasta 30 años”, acotó el especialista.

“Desde el punto de vista impositivo la principal ventaja es que cuando coincide la persona del fiduciante con la del beneficiario, el fideicomiso no tributa impuesto a las ganancias, con una alícuota del 35%, sino que es el fiduciante-beneficiario quien tributa sólo en el supuesto de que sea sujeto pasible de dicho impuesto, y en la categoría que le corresponde”, subrayó Giordano.

A la hora de transferir un bien a un fideicomiso no tributa ni el impuesto a la transferencia inmueble, ni el relativo a la ganancia, tampoco paga impuesto a los sellos de la Provincia, ya que no hay onerosidad en la transferencia.

“Es como si uno se fuera de vacaciones y le dice a un conocido te dejo el terreno a tu nombre, construime la casa y cuando vuelva necesito que la casa esté terminada. Te la transfiero para darte amplia potestad de los actos que sean necesarios, si te tenés que endeudar lo podés hacer. Ciertamente el fideicomiso es una comisión de fe”, apuntó Morón.

En caso de no cumplirse con los objetivos que fija el fideicomiso, el trámite de remoción es sencillo. “Se liquidan o se devuelven los bienes fideicomisados. No existe quiebra del fideicomiso porque si las deudas son superiores al patrimonio del fideicomiso se liquidan los bienes y se paga a los acreedores.

Luego quedará la acción del que le quedó los bienes al fiduciante reclamarle por la mala administración. Pero en esta figura jurídica no existe la quiebra”, aclaró Morón.
Finalmente, y a diferencia de la sociedad anónima, no hay que hacer comunicación de edictos, ni tampoco convocar a reunión de directorio.

Tipos

En concreto existen dos tipos; el fideicomiso financiero y el ordinario. En el primer caso “el fiduciario es una persona diferente y no puede ser cualquier persona, sino que debe ser autorizada por la Comisión Nacional de Valores -CNV- o un banco”, subrayó el especialista Gilberto Santamaría.

Gran parte del crecimiento de las casas de electrodomésticos como Ribeiro, Frávega y Garbarino se debe al uso de la figura del fideicomiso financiero. En la práctica, la casa de electrodomésticos entrega una cartera de cuentas por cobrar (esto es los correspondientes a los créditos de tarjeta), lo coloca en un fideicomiso que emite títulos de deuda y certificados de participación.

La casa de electrodomésticos recibe el dinero de los títulos que emitió y se los da en pago a los poseedores de carpetas de crédito. A su vez el inversor recibe una renta por esa cartera de créditos producto del beneficio de la tasa que se pacta en el mercado y el certificado de participación del negocio. Cumplido el fideicomiso se liquida y se empieza con otro.

En Mendoza, y según Amadeo Walter Reig, de la Bolsa de Comercio, no ha sido utilizada intensamente esta figura. “Desde nuestra entidad estamos educando en esta herramienta a las empresas y profesionales. Seguramente será usada con mayor frecuencia a futuro”, remarcó Reig.
El ordinario

Así los bautizan a los fideicomisos que no necesitan autorización de la CNV. Son todos aquellos que surgen de amigos y conocidos que se unen para un fin específico.

“Es el que se hace para construir casas o departamentos. También en el campo es muy utilizado. En concreto, se reúne gente que paga en cuotas la construcción del barrio.

Se juntan con el arquitecto que tiene la idea de hacer un barrio privado. Por otro lado está en el constructor que quiere colocar el dinero. Todo esto es administrado por un fiduciario, que es una tercera persona que controla que se administre la construcción y se respeten los plazos”, apuntó Morón.

También están los fideicomisos utilizados en los proyectos de vitivinicultura glamour, como Algodon State y Giménez Rilli, que se formaron bajo la forma de fideicomisos inmobiliarios.

Hay que tener en cuenta que el fideicomiso no es una figura mágica que puede hacer viable un negocio que por sí mismo no lo es, afirman los especialistas.

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