Un giro en las tendencias mundiales de consumo, focalizadas en los segmentos de precios más altos, da oxígeno al vino fraccionado. Argentina se mueve en esa dirección, y aún con altos costos de producción, logra mantenerse en el juego.
El fuerte crecimiento de las exportaciones vitivinícolas de Argentina en los últimos diez años, fue impulsado por el vino fraccionado y principalmente por el Malbec. Sin embargo, las estadísticas más recientes muestran que las ventas totales de vinos al exterior crecieron 41% en comparación al año pasado, pero todo gracias a las exportaciones de granel, que subieron 222%. El vino fraccionado, tuvo una caída del 3%.
El fenómeno del granel, responde a un aprovechamiento por parte de Argentina del aumento de precios de este producto a nivel internacional. En enero de 2008, el precio del equivalente a una caja de 9 de litros, alcanzó los U$S 8,3, casi el doble del valor que tenía en 2004 (U$S 4,8).
En lo que refiere a la caída de los fraccionados, se entienden como principal causa a la pérdida de competitividad provocada por la alta inflación interna. A su vez, el tipo de cambio real que favorecía a las bodegas locales, cayó 50% en solo 5 años (desde el 2006).
Ahora bien, ¿qué salida hay a un panorama tan complicado? Las tendencias mundiales de consumo muestran esta vez una buena para Argentina.
Javier Merino, director de Área del Vino, destacó que de forma lenta pero clara, se está dando un cambio en la pirámide de consumo de vinos tranquilos a nivel mundial. Actualmente se consumen 1.949 millones de cajas de 9 litros en el segmento de precio de menos de U$S 27 por caja, 489 millones en el rango de U$S 27 a U$S 40 y 286 millones de cajas de vinos superiores a U$S 40. Estos datos se desprenden del último Encuentro de Coyuntura de la Sociedad Argentina del Vino (SAV) realizado en Mendoza, según estadísticas de Área del Vino en base a Euromonitor.
Es por esto que las tendencias se muestran algo más favorables para bodegas argentinas, que han perdido competitividad en los segmentos de precios bajos. Según las estadísticas, el 72% de las 1.949 millones de cajas que se compran en el rango más bajo, son de producción propia del país que las consumen. El 22% corresponde a importaciones de granel y el 6% son importaciones de fraccionados. Las oportunidades para Argentina, están en este caso en las regiones de alta productividad (a granel) y en mercados cercanos (fraccionado).
Pasando al rango medio, los números son todavía más alentadores para las bodegas exportadoras del país. El consumo en este caso sube el 1,4% anual y aumenta la proporción de vinos fraccionados importados (61%), mientras que el 39% es de producción local.
Finalmente, en el segmento de precios más altos, la situación es ideal. El consumo crece en 3,8% por año y el 68% son vinos fraccionados importados. El 32% restante es de producción local.
En conclusión, el crecimiento del consumo mundial de vinos más caros es una buena noticia para las bodegas argentinas, ya que les es muy difícil mantener los márgenes de rentabilidad. A mayor precio, disminuye la presión sobre los costos y hay mayores posibilidades de generar ganancias, siempre y cuando se logren vender los vinos en tiempo y forma, por supuesto.
24 DE AGOSTO, 2012 POR |
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